Existen varias razones por las que pueden aparecer microorganismos en los alimentos. Cuando, por ejemplo, no presentan la forma o el color que deberían es una señal de que algo no está bien y debemos ir con cuidado, ya que puede afectar a nuestra salud. También puede influir el método de conservación. Por ello, en este artículo hablaremos de los microorganismos que puedes encontrar en los alimentos y cómo detectar su presencia.
Un ejemplo de un alimento que puede estar en mal estado es el color verde que presenta a veces la patata. Ese color se debe a la clorofila y nos avisa de que esa patata ha estado expuesta a la luz. También puede deberse a que haya recibido algún golpe o a la presencia de algún insecto. Esto acelera la producción de solanina y chaconina, que son dos glucoalcaloides que producen indeseables efectos gastrointestinales, respiratorios y neurológicos. Por lo tanto, debemos ir con mucho cuidado y evitar comprar patatas que tengan zonas verdes o magulladas.
A la hora de conservar y consumir las patatas, se deben guardar fuera de la nevera en un lugar fresco y resguardado de la luz y si la patata está amarga, es mejor no consumirla.
La pasta y el arroz, por su parte, una vez cocidos es importante guardarlos en la nevera y consumirlos en uno o dos días, ya que existe el riesgo de que se contamine por Bacillus cereus. Lo normal es que no sea grave, puesto que los síntomas más comunes son vómitos, pero, aún así, debemos ir con cuidado y tomar algunas medidas. Por ejemplo, el riesgo se reduce manteniendo el producto cocinado por encima de los 63 ºC y refrigerándolo rápidamente a 4 ºC. Recuerda, además, que es mejor recalentar las sobras hasta que alcancen los 75 ºC.
Con los alimentos germinados debemos tener mucho cuidado, ya que en condiciones de temperatura y humedad adecuadas producen patógenos. Hagamos caso de las indicaciones que acompañan el producto. Si en la etiqueta pone “listo para su consumo”, puedes comerlos crudos. Sin embargo, si no hay ninguna indicación, debes lavarlos bien y cocinarlos.
Las legumbres son otro alimento muy nutritivo e importante para nuestra salud que también requiere una especial atención. Es importante consumir de 2 a 3 raciones semanales, ya que legumbres como los garbanzos o la soja contienen todos los aminoácidos esenciales y son una muy buena fuente de fibra y proteína. Pero también contienen lectinas que se encuentran sobre todo en judías rojas y habas verdes. Las lectinas pueden producir náuseas, vómitos y diarrea. Aunque no hay que alarmarse, porque sólo es un riesgo si se consumen crudas. Por lo tanto, es suficiente si se cocinan a 100 ºC durante 30 minutos y, además, con un simple remojo ya se elimina una gran parte de las lectinas en el agua.
Otro alimento que nos puede sorprender en este sentido es la canela en rama. Debemos tener cuidado con ella porque contiene cumarina, que es tóxica para el hígado. Por ese motivo, es mejor consumir Canela Ceilán, que apenas la contiene, y evitar abusar de la Canela Cassia por su elevado contenido.
Por último, debemos hablar del contenido de mercurio en los pescados. Éste varía mucho de una especie a otra. Los peces grandes y depredadores como el atún rojo, la trucha de lago, el tiburón, el pez espada o la caballa tienen mayor contenido de este metal. Por ese motivo, no se recomienda su consumo en mujeres embarazadas, niños pequeños y ancianos. Por lo tanto, es preferible el consumo de pescado pequeño, de proximidad y de temporada.
Ya veis que pueden ser muchos los microorganismos que puedes encontrar en los alimentos, pero si seguís estos consejos, no correréis ningún riesgo y podréis disfrutar de cualquier alimento.