La hormona de la leptina y la grelina son dos hormonas que juegan un importante papel en el buen funcionamiento de nuestro organismo, pero, en realidad, son dos grandes desconocidas. Explicamos a continuación algunas de sus características, porqué son tan relevantes en nuestra salud y cuál es la relación que las une:

La grelina se conoce como la hormona del hambre. Su función se centra en estimular ciertas neuronas, provocando un aumento del apetito y asegurando, así, nuestra alimentación. Esta hormona se produce principalmente en el estómago, aumenta durante el ayuno e induce al apetito. Su objetivo es favorecer la regulación del metabolismo energético.

La leptina, en cambio, es la hormona de la saciedad. Es decir, su función es mandar señales al cerebro, concretamente al hipotálamo, para que no tengamos más hambre después de una ingesta y dejemos de comer. Podríamos decir que es una especie de medidor de grasa, porque informa al cerebro de la cantidad de energía que tenemos almacenada y, además, también estimula su combustión. Es precisamente en la grasa corporal donde se sintetiza esta hormona, que se produce según la proporción de grasa que tiene cada persona. Por lo tanto, cuando perdemos peso, los niveles de leptina disminuyen, provocando más apetito. Por ese motivo, cuando bajamos de peso y de grasa corporal de manera brusca, el cuerpo nos pide más comida y tenemos la sensación de que nos cuesta más saciarnos. Además, es una hormona un poco traicionera, porque tarda más o menos 20 minutos en reaccionar y mandar la señal al cerebro de que ya estamos saciados. Para evitar ese desfase, es importante comer despacio y masticar bien.

CONSEJOS

Como veis, la hormona de la leptina y la grelina son complementarias y muy necesarias para desarrollar un correcto proceso de alimentación. Conocer cómo funcionan es muy importante para poder controlar mejor nuestras ingestas y, con ellas, nuestra acumulación de grasa corporal y nuestro aumento de peso. Existen, además, una serie de consejos muy útiles que nos ayudarán a saciarnos antes y durante más tiempo, evitando la necesidad de ingerir grandes e innecesarias cantidades de comida:

  1. Bebe un vaso de agua o caldo antes de las comidas; te hidratará y saciará.
  2. Come en un plato mediano – pequeño; así te dará la sensación de que hay más comida, aunque, en realidad, haya la misma que en un plato grande.
  3. Sírvete la cantidad de comida que necesitas en la cocina y mejor no tener la fuente en la mesa.
  4. Desayuna alimentos ricos en proteína como el yogur o los huevos, alimentos ricos en fibra como los copos de avena y la fruta y alimentos ricos en grasas saludables como el aguacate, los frutos secos y las semillas.
  5. Añade a tus comidas grasas saludables como el aceite de oliva, el aguacate, las semillas y los frutos secos.
  6. Incorpora a tu dieta diaria los alimentos fermentados como las aceitunas, el queso y el kéfir.
  7. Añade el almidón resistente a tus recetas.
  8. Come con conciencia; es muy importante no comer delante de la televisión, ni del ordenador, ni del móvil.

 

Alejandra Pou Escarrer
Nutricionista.